Hce unos días fuí hasta la casa de mis padres, llevé un librito de Séneca que tenía apilado por ahí, entre tantos otros. Le digo- viejo, querés que te lea un poco sobre los pensadores griegos, a vos que tanto te gustan?
Mi viejo abrió los ojos a más no poder. No vé nada, tiene un problema grave en la vista. Me encantaría! – me respondió. Bueno, acá traje a Séneca, vamos a sentarnos al sol que está re lindo – le dije.
Nos sentamos en el patio y le leí unas hojas sobre “La brevedad de la vida” y “La felicidad”. Papá me escuchaba atentamente, cómo si no hubiera nada más importante en ese preciso momento que nosotros…y vaya que no lo había!
Gracias Séneca por estar ahí, listo para ser escuchado y sobre todo por darme la ocurrencia de compartir un momento con mi viejo. Honestamente, ya no me acuerdo lo que nos enseñaste, pero eso es lo de menos!!!!
Fuerte abrazo!